Sonará aniñado, pero quiero ver a mi madre, esa mujer de sonrisa divina como una pepita y su ramita al medio salir. Quiero ver esa cabellera ondulada con alguna canas, esa que no se controla con el viento y parece una rebaño desorientado en su cabeza. Quiero tocar esas tersas manos, quiero ver esas uñas largas y fuertes. Quiero ver esos anteojos gastados, de blanco y negro. Quiero ver esos ojos pardos que me consolaban en cada lloriqueo. Quiero esa voz que cantaba canciones de Barnie, y me gritaba cuando era necesario. Quiero verla, necesito verla. Y a van a ser tres semanas desde que no la veo, ella es mi mejor amiga (y lo digo en serio, no tengo ninguna otra), ella es la única en quien confío, y ahora no está.
¿Cómo se supone que viva? ¿A quién consulto? ¿Dónde estas, mi ángel de la guarda?
Oh, madre. No tienes ni idea de cuanto te extraño, esos llantos en la ducha y el insomnio no es por otra persona, aunque debo de admitir, que también lo guardo en mis pensamientos...
Mi falta de apetito te lo debo, mi carencia de sonrisa es por ti, mi vida esta en mis manos, y no sé que hacer con ella, porque sin ti aquí, qué sentido tiene...
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