Estoy con una tremenda gripe. Estoy confundida (aunque admito que siempre lo he estado). Mi periódo me dejó gorda y herida, mis sentimientos de repulsión, odio y tristeza hacia mi, han resurgido. Un paquete de maní salado es lo único que me consuela por ahora.
Estuve escuchando "Hello" de Adele. Esa mujer es una de las mejores (aparte de mi mamá, claro esta).
Por otra parte, he vuelto a pensar en Glenn. Ese hombre es una maniático de mis sentimientos. Ese hombre aparece en mis sueños solamente para besarme, y decirme que me ama (lo sé. No soy del tipo románticas pero, que puedo decir. En serio lo quiero) y así como el apareció, para hacer de mi vida solo una fantasía (porque en realidad, ni siquiera me quiere ver). También arruinaron (otra vez) mi vida. Mi mamá fue acusada de tener cáncer. Y también tiene un tumor en el tórax, que se puede convertir en cáncer también, en fin, mi padre sigue siendo el mismo repudiable de siempre.
Mi vida se ha convertido en una larga muralla llena de puntas capaces de cortar mis frágiles brazos. La muralla destruye mi poca autoestima, pero a pesar de que trato de subirla, hay algo que me arrastra. El amor y el odio. El ángel y el diablo. Glenn y Carlos. Ambos me arrastran. Porque a pesar de que uno me haga sentir en las nubes y el otro me arrastre con sangre por el suelo. El placer de la autodestrucción sabe a sangre y hierro. Es puro oxido. Y al parecer, dejarse caer de la muralla, a veces puede ser justificable.