miércoles, 9 de septiembre de 2015

Es baloncesto, no boxeo.

La cancha se hace cada vez más extensa ante mis pies, el sudor de mi espalda se resbala de mi pequeño y efímero arco, que denotan mis caderas y forman mi cintura. La respiración se hace dificultosa. Somos pésimas para el deporte. Cualquier deporte. Somos 7. 7 contra 7. El pito suena, y el balón se alza en el plomo cielo. Sabemos que tenemos que correr, tenemos que gritar, tenemos que atrapar, pasar y botar el balón. Tenemos que recordar las faltas y hacer una buena jugada.
Me siento como en High School Musical, yo soy Troy Bolton, al menos, quisiera ser el.
Corro. Sudo. Toso. Quito. Pero me empujan, me tiran al suelo. Pero sigo teniendo el balón. Siento que me rasguñen el brazo, típico de chicas con uñas largas. Debo  de admitir que me como las uñas... una de mis manías. No tengo con que defenderme.

Ellas van haciendo 4 canastas y Maritza hizo solo una. Llego a zafarme del agarré de Kaori. Paso el balón y... nada. Por las puras me esmeré. La puta lo pierde.

A la joda las tres películas de basquet que miré (High School Musical).

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